Por
Jackeline Mendoza Jaimes MD. Residente de Medicina Interna. Universidad Simón
Bolívar. Barranquilla, Colombia.
Hernán
Calvo Muñoz MD., MSc. Internista, Cardiólogo, Máster en Insuficiencia Cardiaca.
Profesor del programa de Medicina. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla,
Colombia.
I.
Definición
Miocarditis
es el término usado para indicar la inflamación infecciosa aguda, tóxica o
autoinmune del músculo cardíaco y que puede ser identificada por criterios
clínicos o histopatológicos. Durante la fase aguda, un desencadenante
específico induce una respuesta inmunitaria que puede ser de diferente
gravedad, desde transitoria y leve hasta fulminante1–3.
Histológicamente,
se define como la presencia de infiltrados inflamatorios en el miocardio,
asociados a una degeneración miocitaria y necrosis de causa no isquémica2,4.
II.
Clasificación clínicopatológica
Utiliza
elementos histológicos y signos clínicos para proveer información pronostica en
los pacientes con falla cardíaca debida a miocarditis1,3,5.
➢
Miocarditis fulminante: Se presenta como enfermedad aguda
luego de cualquier pródromo viral. Tienen severo compromiso cardiovascular, con
múltiples focos de miocarditis activa en la biopsia endomiocárdica y disfunción
ventricular que resuelve espontáneamente o resulta en la muerte del paciente.
➢
Miocarditis aguda: Es de comienzo insidioso, con
disfunción ventricular establecida y puede progresar a cardiomiopatía dilatada.
➢
Miocarditis crónica activa: De comienzo insidioso, afecta a
pacientes que tienen recaídas demostradas clínicamente y por histología;
desarrollan disfunción ventricular asociada con cambios inflamatorios crónicos,
que incluyen células gigantes.
➢
Miocarditis persistente crónica: Caracterizada por inicio muy
lento y con infiltrado inflamatorio persistente, a menudo con focos de necrosis
de miocitos, pero sin disfunción ventricular, aunque pueden haber otros
síntomas cardiovasculares como dolor torácico o palpitaciones.
III.
Epidemiología
La
prevalencia de la miocarditis se desconoce, porque muchos casos no son reconocidos
a causa de que los síntomas no son específicos o porque los pacientes son
asintomáticos (algunos cursan con muerte súbita)6,7. La miocarditis
puede desarrollarse como una complicación de infección respiratoria superior o
gastrointestinal, que cursa con síntomas constitucionales, particularmente
fiebre, mialgia, malestar y anorexia1,4,5.
La
epidemiologia de las especies virales miocárdicas varían en función del lugar
geográfico, pero en la última década los genomas de eritrovirus y virus del
herpes se han detectado con mayor frecuencia que los de enterovirus o
adenovirus. La miocarditis puede no desarrollarse hasta pasados varios días o
semanas de los síntomas iniciales. El diagnóstico es fácil durante epidemias de
infecciones por Coxsackie virus, pero difícil cuando se presentan casos
aislados. Estos pacientes no son vistos por un cardiólogo a menos que
desarrollen arritmia, colapso hemodinámico o dolor torácico. La mayoría son
dados de alta desde el sistema de salud de primer nivel1,5,8.
III. Etiopatogenia
Infecciones,
fármacos, sustancias tóxicas y enfermedades autoinmunitarias pueden causar la
miocarditis y las miocardiopatías inflamatorias. Los agentes infecciosos son
los factores etiológicos más frecuentes, y las infecciones virales son la
principal causa de miocardiopatías inflamatorias adquiridas en Europa y
Norteamérica (Tabla 1)2–6.
Tabla 1: Causas de Miocarditis aguda
|
|
Infecciosas
|
No
Infecciosas
|
Virus
|
Autoinmunitaria
|
Adenovirus
|
Posinfecciosa
|
Enterovirus (Coxsackie A/B, echovirus)
|
Vacunación Antigripal
|
Citomegalovirus
|
Lupus Eritematoso Sistémico
|
VIH
|
Granulomatosis de Wegener
|
Varicela zóster
|
Arteritis de Takayasu
|
Bacterias
|
Toxinas
|
Mycobacteria
|
Antraciclinas
|
Chlamydia
|
Catecolaminas
|
Streptococci
|
Citosinas
|
Mycoplasma
|
Cocaína
|
Legionella Spp.
|
Alcohol
|
Hongos
|
Alergia/Hipersensibilidad
|
Aspergillus
|
Penicilina
|
Cándida
|
Clozapina
|
Cryptococus
|
Antidepresivos Tricíclicos
|
Parásitos y Protozoos
|
Patógenos
Físicos
|
Esquistosomiasis
|
Arsénico
|
Larva Migrans
|
Litio
|
Trypanosoma cruzi
|
Irradiación
|
Toxoplasma gondii
|
Hipotermia
|
IV. Manifestaciones Clínicas
La
forma de presentación clínica de la miocarditis es muy diversa y va desde el
dolor torácico de tipo isquémico hasta el síncope o la insuficiencia cardiaca
aguda. Aunque la mayoría de los pacientes presentan síntomas leves o
alteraciones electrocardiográficas transitorias, la miocarditis puede causar
también insuficiencia cardiaca aguda y hasta shock cardiogénico que pone en
peligro la vida del paciente1,2,4.
Con
frecuencia se inicia entre 1 y 4 semanas después de una infección,
habitualmente respiratoria o gastrointestinal. Sin embargo, dada la diversidad
de sus síntomas, la miocarditis puede ser difícil de diagnosticar, y siempre es
preciso descartar la enfermedad coronaria, dadas su alta prevalencia y su forma
de presentación clínica similar3–5,8.
V. Pruebas Diagnósticas
Biomarcadores
Puede
encontrarse un aumento en los niveles de creatinkinasa y/o troponina, lo que
indica miocitolisis. La concentración enzimática más alta ocurre tempranamente
y es probable que retorne a niveles normales cerca de una semana después del
inicio de los síntomas. La presencia de autoanticuerpos cardíacos puede ser
demostrada solamente en la fase tardía del proceso de la enfermedad9,10.
Electrocardiograma
Aunque
las anormalidades electrocardiográficas son no específicas, el ECG tiene la
virtud de alertar al clínico para iniciar el correspondiente estudio del
paciente. El electrocardiograma puede mostrar taquicardia sinusal, elevación
del segmento ST, bloqueos fasciculares o anormalidades en la conducción
atrioventricular, así como complejos ventriculares o auriculares prematuros,
arritmias ventriculares sostenidas o no sostenidas (TV). En raras ocasiones se
presenta con taquicardia atrial o fibrilación auricular2,3,9.
Ecocardiograma
Puede
revelar anormalidades generalizadas o segmentarias de la motilidad parietal,
así como derrames pericárdicos. Permite además excluir otras causas de cambios
focales en la motilidad parietal, con el peligro de que el diagnóstico se
confunda con el de infarto de miocardio, ya que ambos se presentan de forma
similar11.
Resonancia Magnética
La
resonancia magnética puede detectar edema miocárdico e injuria de miocitos en
miocarditis. Los hallazgos incluyen incremento en la intensidad focal y global
en señal T2, incremento en el realce de contraste miocárdico comparado con el
músculo esquelético y presencia de realce tardío con gadolinio. Sensibilidad de
76% y especificidad de 96%5,10,12.
Se
ha propuesto el uso combinado de tres técnicas de RMC diferentes, y los
resultados son compatibles con la inflamación miocárdica si se cumplen al menos
dos de los criterios de Lake Louise5. Estos incluyen:
a)
Aumento de la señal focal o difusa en las secuencias potenciadas en T2
b)
Realce precoz con gadolinio, midiendo el realce absoluto total/relativo del
miocardio
c)
Al menos un foco de realce tardío focal no isquémico
Biopsia Endomiocárdica (BEM)
La
BEM es la técnica considerada el Gold Standar para el diagnóstico de
miocarditis y miocardiopatía inflamatoria. Los procesos tóxicos, infecciosos e
inflamatorios, infiltrantes o auto-inmunitarios que causan la miocarditis se
producen en las células, y no hay ninguna otra técnica diagnóstica que pueda
establecer la naturaleza del agente etiológico. El diagnóstico se establece
atendiendo a la presencia en el miocardio de al menos 14 leucocitos/mm2,
entre ellos hasta 4 monocitos/mm2 y con detección de 7 o más
linfocitos T CD3-positivos7,12,13.
_____________
La
American Heart Association, la American College of Cardiology Foundation
y la Sociedad Europea de Cardiología4,5,10 limitaron sus
recomendaciones clase I a las siguientes situaciones:
- Insuficiencia
cardiaca de nueva aparición inexplicada de menos de 2 semanas de evolución
asociada a deterioro hemodinámico
- Insuficiencia
cardiaca de nueva aparición inexplicada de 2 semanas a 3 meses de
evolución asociada a dilatación del ventrículo izquierdo
- Aparición de
nuevas arritmias ventriculares o alteraciones de la conducción
En
un reciente documento de consenso de la Sociedad Europea de Cardiología14,
se ha ampliado la recomendación de uso de la BEM para incluir en ella a los
pacientes con una presentación clínica tipo «seudoinfarto» tras haber
descartado la enfermedad coronaria.
VI. Tratamiento
El
tratamiento de la falla cardíaca, las arritmias o la disfunción ventricular
izquierda asintomática asociadas con miocarditis aguda, generalmente debe
seguir las guías basadas en evidencia estándar. Por ejemplo, iniciar un IECA
más un beta-bloqueador es la terapia indicada para el paciente que se presenta
con falla cardíaca sistólica debida a miocarditis6,13.
Deben
tenerse en cuenta varias diferencias propias de la miocarditis:
✓
Restricción de ejercicio: se recomienda abstinencia de ejercicio vigoroso por varios meses después del diagnóstico.
✓ Anticoagulación: La anticoagulación sistémica
permanece controvertido en pacientes con falla cardíaca sistólica.
✓
Arritmias: el implante de cardiodesfibrilador
o marcapasos permanente deberá ser considerado sólo si fallan las medidas
temporales.
✓
Asistencia mecánica en pacientes cuya miocarditis es
refractaria; la terapia médica estándar, el soporte médico intensivo y la
asistencia mecánica, deberán ser usados antes de que se considere el trasplante
cardíaco.
Tratamientos Específicos durante
la fase aguda
La
miocarditis viral aguda confirmada mediante biopsia mejora espontáneamente en
más del 60% de los pacientes que reciben un tratamiento convencional para la
insuficiencia cardiaca. Por lo tanto, Para estos pacientes suele bastar un
seguimiento estrecho13.
En
cambio, en otras entidades clínicas si se obtiene un efecto beneficioso
importante con los tratamientos específicos durante la fase aguda. Existen
estudios que han demostrado que, en el caso de la miocarditis de células
gigantes, el tratamiento combinado con antitimoglobulina, ciclosporina
(concentración valle de 100-120 mg/ml) y cortisona mejora la supervivencia.
En
todos los demás escenarios clínicos, se recomienda el uso de inmunosupresión.
La pauta de tratamiento más frecuente es la de cortisona y azatioprina, con
reducción de la cortisona cada 2 semanas en 10 mg respecto a la dosis inicial
de 1 mg/kg hasta llegar a una dosis de mantenimiento de 10 mg que se mantiene
durante 6 meses (Tabla 2)3,6,8,13.
Tabla 2: Opciones Terapéuticas
específicas para la miocarditis
|
|
Miocarditis de Células
grandes
|
|
Antitimoglobulina
|
275 mg en 500 ml de solución salina al
0,9% durante 12/24 h. Días 1 a 5
|
Ciclosporina
|
Dosis inicial de 200 mg/24 h (100 mg/12
h)
|
Metilprednisolona
|
Dosis inicial: 1 mg/kg. Después de 4
semanas: reducir la dosis 10 mg
|
Miocarditis
crónica/autoinmunitaria
|
|
Azatioprina
|
50 mg/12 h durante 6 meses
|
Metilprednisolona
|
Dosis inicial: 1 mg/kg. Después de 4
semanas: reducir la dosis 10 mg
|
Miocardiopatía
enteroviral/adenoviral
|
|
Interferón beta
|
4 millones de unidades por vía
subcutánea cada 48 h la primera semana. 8 millones de unidades por vía
subcutánea cada 48 h durante 6 meses a partir de la segunda semana
|
Reactivaciones de VHH-6
sintomáticas
|
|
Ganciclovir
|
1.000 mg/24 h por vía intravenosa 5
días. A continuación: valganciclovir 900 mg/24 h o 1.800 mg/24 h
|
MIOCARDITIS
Por Jackeline Mendoza Jaimes MD. Residente de Medicina Interna. Universidad
Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia
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